La reflexión sobre la practica educativa se considera necesaria y fundamental en el trabajo docente, “se instala como necesidad”. Consideremos que esta acción requiere sin lugar a las dudas de la experiencia personal y compartida.
Desde que tuvimos la posibilidad de estar dentro de un aula, junto a los grupos de profesionales con los que hemos trabajado, siempre nos hemos reunidos para abordar las propias prácticas. Tanto sea en instancias de formación particular o de jornadas institucionales. Hasta del modo más informal, como lo puede ser en un café o un encuentro extraescolar, siempre indagamos sobre métodos, situaciones o estados. Por su puesto que el paso siguiente es abordar un proceso de reflexión más exhaustivo y con mayor autocrítica de la situación y la puesta en práctica de este.
A modo de ejemplo, tenemos el recuerdo de todos los años o en cada momento que planificamos, ir modificando las consignas que por una u otra razón no revisamos, tanto sean de ejercitaciones diarias o de evaluaciones en las cuales no hemos conseguido un buen resultado. Para esto tomamos en cuenta lo que me han respondido los estudiantes ya sea en base a su complejidad o interpretación.
Para concluir, también coincido con que “hace falta un entrenamiento intensivo y voluntario”. Además, en esta línea, reivindicamos que la capacitación, al menos en educación, y la experiencia adquieren un valor clave para replantearnos nuestra práctica educativa.
Desde que tuvimos la posibilidad de estar dentro de un aula, junto a los grupos de profesionales con los que hemos trabajado, siempre nos hemos reunidos para abordar las propias prácticas. Tanto sea en instancias de formación particular o de jornadas institucionales. Hasta del modo más informal, como lo puede ser en un café o un encuentro extraescolar, siempre indagamos sobre métodos, situaciones o estados. Por su puesto que el paso siguiente es abordar un proceso de reflexión más exhaustivo y con mayor autocrítica de la situación y la puesta en práctica de este.
A modo de ejemplo, tenemos el recuerdo de todos los años o en cada momento que planificamos, ir modificando las consignas que por una u otra razón no revisamos, tanto sean de ejercitaciones diarias o de evaluaciones en las cuales no hemos conseguido un buen resultado. Para esto tomamos en cuenta lo que me han respondido los estudiantes ya sea en base a su complejidad o interpretación.
Para concluir, también coincido con que “hace falta un entrenamiento intensivo y voluntario”. Además, en esta línea, reivindicamos que la capacitación, al menos en educación, y la experiencia adquieren un valor clave para replantearnos nuestra práctica educativa.
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